Y ya estamos en Navidad, y como "regalo" me ha venido la inspiración para esta nueva entrada, lo curioso es que ha sido gracias a varios elementos:
- la portada de un libro, que no tiene nada que ver con orígenes, ni adopción, pero a mi me "conectó"
- una película, que todavía no había visto con mi hija, que se titula Enredados cuya protagonista es Rapunzel. Para mi ha sido una sorpresa la película, típica de princesas Disney, entre cursi y "pastelosa", pero siempre con un toque "profundo" respecto a las relaciones entre niñ@s y adultos, a mi modo de ver poco sanas ¿o no?
- la conferencia inaugural de las V Jornadas sobre Parentalidad Positiva a cargo de Felix Loizaga, durante la que tomé nota, entre otras, de dos frases, que resuenan en mi cabeza: "la memoria emocional reprime, no olvida" y "no estar en la mente del adulto referencial duele".
Y dejo aquí la introducción porque el texto en esta ocasión es algo largo, como se puede comprobar a continuación:
II.- ¿ES UNA NECESIDAD EL CONOCIMIENTO
DE LOS ORÍGENES?
Podemos
afirmar que el conocimiento de nuestros
orígenes SÍ es una necesidad, porque el desconocimiento de los mismos puede
poner en riesgo de alguna manera, nuestro desarrollo como seres humanos, la
formación, definición y desarrollo de nuestra personalidad se puede ver
comprometida si desconocemos en parte o en todo nuestros orígenes, ya sean
datos civiles, datos médicos o datos genéticos (ADN), sin olvidarnos que junto
con los datos están las circunstancias.
Podemos
afirmar que todo ser humano necesita
saber de dónde viene para poder saber de dónde es y de quién es, en definitiva
para intentar saber hacia dónde va.
Y esta
afirmación la podemos aplicar no sólo a cada uno de los seres humanos de forma
individual, sino al conjunto de los seres humanos como especie animal, como
conjunto de seres vivos, que desde siempre ha buscado el origen de la
humanidad, del resto de seres vivos, del planeta, del sistema solar y del
universo, en definitiva, saber de dónde venimos, para intentar averiguar hacia
dónde vamos.
Dado que el
conocimiento de los orígenes es una necesidad, más adelante analizaremos quien
o quienes son los responsables de atender, de poner los medios físicos y/o
materiales para atender esa necesidad.
II.1.- ¿Y EN EL CASO DE LAS PERSONAS QUE HAN SIDO ADOPTADAS?
Como he dicho
en el caso de las personas que hemos sido adoptadas, hay otros elementos que forman parte de nuestros orígenes,
que no son ni los datos, ni las circunstancias, me refiero los POR QUÉ, a las
causas de adoptabilidad, es decir, qué tuvo que pasar para que pudiésemos o
tuviésemos que ser adoptados, es decir, qué pasó desde nuestro nacimiento hasta
nuestro encuentro con nuestros padres y a las motivaciones y trámites para
adoptar, es decir, qué hizo que nuestros padres optasen por la adopción para
ser padres y qué tuvieron que hacer hasta el encuentro con nosotros.
Pues bien, si
podemos afirmar que para todos los seres humanos es una necesidad el
conocimiento de los orígenes, para las personas que hemos sido adoptadas, como
seres humanos que somos, lo es igualmente, además en esa necesidad de
conocimiento se incluyen todos los elementos: los datos, las circunstancias
y los por qué.
Si todos
necesitamos de los datos y las circunstancias para saber de dónde somos y de
quién somos, los que hemos sido adoptados además
necesitamos saber los por qué.
Todos los seres humanos, de forma
consciente o inconsciente, nos preguntamos
por nuestros orígenes: a quien nos parecemos, física y psicológicamente,
cómo es nuestra salud, podemos sufrir alguna enfermedad por causa de nuestros
antecedentes familiares, qué pasó en nuestra familia, cómo se conocieron
nuestros padres, etc…
La mayoría de
las personas, que han nacido y se han criado dentro de sus propios orígenes,
dentro de su entorno familiar biológico, no son conscientes de que al mirarse
al espejo, al ver los álbumes de fotos o películas domésticas, están viendo
parte de sus orígenes, sus datos genéticos, incluso parte de sus datos
civiles, porque habitualmente en las fotos y películas caseras se recogen
imágenes de acontecimientos familiares, tales como bodas, nacimientos, etc…, y
además también de forma inconsciente reciben información de sus datos
médicos, cuando van a la consulta del pediatra primero y del médico de
familia después y van acompañados por algún miembro de la familia que suele
contestar a las preguntas claves sobre antecedentes familiares. Respecto a las
que he llamado circunstancias, esa información también va surgiendo de
forma natural y espontánea a lo largo de la vida de cada persona que la recibe
de forma inconsciente, porque hay algún miembro de la familia que cuando hay
ocasión relata parte de la historia familiar, por ejemplo se habla de los embarazos,
de los partos, de las crianzas, en muchas ocasiones con motivo de
algún nuevo embarazo en la familia, en el vecindario o en el grupo de amigos, o
sencillamente con motivo de alguna noticia o película, es cierto que, por una
posible cuestión de intimidad, no se entra en los detalles de la concepción y
que a todos nos gustaría saber que hemos sido concebidos en un acto voluntario
y consciente, y que hemos sido buscados y esperados por nuestros padres, pero
todos sabemos que la realidad es otra, no todos podemos afirmar, sin miedo a
equivocarnos, que sí que hemos sido concebidos en un acto de amor y entrega
mutua.
Como digo la
mayoría de las personas ni siquiera son conscientes de cómo están recibiendo la
información respecto a sus orígenes, porque las respuestas vienen solas, están
ahí, presentes, no hace falta llegar a hacer las cuestiones, y en caso de que
haga falta hacer alguna pregunta, se puede hacer, porque el entorno forma parte
de los orígenes, las personas están ahí y se les puede preguntar. De forma que
una vez que se tiene las respuestas y se han interiorizado los datos y las
circunstancias de los orígenes, se elaboran consciente o inconscientemente las
vinculaciones, las filias y las fobias hacia nuestros propios orígenes, hacia
la historia familiar.
Pues bien,
todo esto no ocurre en la mayoría de los casos de las personas que hemos sido
adoptadas, sino todo lo contrario, porque en la mayoría de los casos no sabemos
nada de nuestros orígenes, y en ocasiones, los que sí saben algo, no lo cuentan
por miedo a hacernos daño, a que les interroguemos, a que les cuestionemos, a
que les reprochemos algo, a que les rechacemos, a que nos “enamoremos” de nuestros orígenes y
salgamos en su búsqueda.
Las respuestas
a nuestras preguntas sobre nuestros datos
y nuestras circunstancias no suelen
estar en nuestra documentación y
además no nos llegan desde las fotos o las películas, no solemos encontrarlas
en las historias familiares. A veces, especialmente en los casos de adopciones
internacionales interraciales, puede
surgir de forma natural y espontánea, el compartir la información a cerca de
algunas de las circunstancias, es
decir, no nos pueden hablar de concepción, embarazo, parto o crianza, como
ocurre en otras familias constituidas por naturaleza, pero sí nos pueden hablar
de los trámites, de lo que tuvieron
que hacer para llegar a ser nuestros padres, los exámenes psico-sociales hasta conseguir el Certificado de
Idoneidad, los años que tuvieron que
esperar, los viajes que tuvieron que
hacer, la gente a la que conocieron,
puede incluso que lleguen a hablar de los costes
y los gastos del procedimiento, y otros también, a pesar de poder ser algo muy
íntimo casi comparable al momento de la concepción en la filiación por
naturaleza, pueden llegar a hablar, contar, compartir las motivaciones para la adopción, llegando a compartir asuntos tan
delicados como la posible infertilidad o esterilidad, pero esto último no es
habitual del mismo modo que tampoco es habitual detallar el momento de la
concepción en los casos de filiación por naturaleza, en el caso de la adopción
porque puede ser un tema doloroso para los padres, en el caso de la naturaleza
por ser un tema que puede producir rubor.
Al igual que
en la filiación por naturaleza, en la filiación por adopción se puede dar la
ocasión para relatar esta parte de la historia familiar, con motivo de la
llegada de algún nuevo menor, ya sea por
adopción o por embarazo, a la familia, al vecindario o al grupo de amigos, o
sencillamente con motivo de alguna noticia o película, es cierto que, por una
posible cuestión de intimidad, no se entre en los detalles de las motivaciones
y que a todos nos gustaría saber que hemos sido adoptados por un acto
voluntario, consciente y generoso como es el simple y amplio deseo de ser
padre/madre y que hemos sido buscados y esperados por nuestros padres, pero
como hemos visto la realidad puede ser otra muy distinta y no todos podemos afirmar, sin miedo a
equivocarnos, que sí que hemos sido adoptados por un acto de generosidad y
siguiendo todos los tramites y cumpliendo todos los requisitos legales,
lamentablemente muchos de nosotros hemos sido “conseguidos” y algunos a
cualquier precio.
A veces de
forma natural hacemos propias las historias familiares y las incorporamos a
nuestro imaginario casi sin ser conscientes de ello, pero eso no siempre es
así, y en cualquier caso llega un momento, no siempre el mismo ni para todos
igual, en el que nos cuestionamos, como he dicho en otro momento anterior, no
sólo por nuestros datos y circunstancias sino sobre todo por nuestros POR QUÉ,
una vez que entendemos la diferencia entre la función reproductiva de la
especie humana y la función de relación y de constitución de familias y grupos
sociales, somos muchos los que buscamos las respuestas, para saber qué tuvo que
pasar con nosotros para que pudiésemos o tuviésemos que ser adoptados, y para
saber qué es lo que motivó a nuestros padres a adoptarnos y que es lo que ellos
tuvieron que hacer para llegar a adoptarnos, no sólo por la información en si
misma, que puede ser más o menos aceptable, más o menos dolorosa, más o menos
neutra, sino por saber también cómo nuestros padres llevaron a cabo el proceso
de adopción, de derecho o de hecho, la motivación, los pasos que dieron, de
forma que en definitiva podamos saber qué
debemos o podemos sentir hacia nuestros orígenes, y en algunos casos
también hacia nuestros padres, el saber si el por qué ha sido una adopción
propiamente dicha o una apropiación puede determinar nuestros sentimientos tanto hacia unos como
hacia otros.
Del mismo modo
que nuestros orígenes, es decir, la combinación de nuestros datos civiles, médicos, y genéticos
(ADN) y las circunstancias de
nuestra concepción, gestación y nacimiento,
van a ser uno de los
componentes de nuestra personalidad,
van a tener algo que ver, que no a determinar, en nuestra apariencia externa y
nuestra forma de ser y puede que hasta de comportarnos, en el caso de las
personas adoptadas el conocimiento de los
POR QUÉ, van a ser uno de los factores de nuestra sensibilidad, van a tener algo que ver, a veces también a determinar, en nuestros sentimientos hacia nuestras familias de
origen, hacia nuestras familias definitivas y puede que hacia nosotros mismos.
He señalado
anteriormente que es común en todas las personas que hemos sido adoptadas y que
no conocemos nuestros orígenes el imaginar, el rellenar con fantasías los huecos de nuestra historia, en consecuencia, el desconocimiento de
nuestros orígenes y la libre creación de fantasías, no sólo respecto a la
información en si misma, sino también respecto a nuestros propios sentimientos,
puede ser un riesgo incluso para
nuestra salud mental, porque puede afectar a la construcción de nuestro propio yo, al auto-concepto de nuestra
persona, puede afectar a nuestra autoestima y en el peor de los casos llevarnos
incluso a la depresión.
Ante la falta
de datos es muy fácil imaginarnos a nosotros mismos en una gran variedad de
situaciones, por ejemplo: hijos de una mujer que pensando en solucionar un
problema, su embarazo de nosotros, decide conscientemente entregarnos en
adopción, para darnos una oportunidad de tener una vida mejor, sobre esa
fantasía nuestros sentimientos hacia nuestros orígenes pueden ser de compasión,
comprensión y gratitud; otra fantasía muy fácil es la de la mujer que no supo
cuidarse, que no supo evitar quedarse embarazada, en ese caso nuestros
sentimientos hacia nuestros orígenes pueden ser de desconfianza, incluso
desprecio y provocar en nosotros un abrumador sentimiento de abandono, creo que
todos hemos imaginado en alguna ocasión ser hijos de una prostituta o de una
violación, incluso de una artista. En cualquiera de los casos cada fantasía, tenga o no parecido con
la realidad, va a producir en
nosotros unos sentimientos, y si
bien las fantasías pueden ser neutras, positivas o negativas, los sentimientos
en ningún caso nos dejan indiferentes, tanto respecto a nuestra familia de
origen, como hacia nuestra familia definitiva y por supuesto hacia nosotros
mismos.
Hay un dato en
las personas que hemos sido adoptadas que para las demás personas pasa
desapercibido y que nosotros por el contrario solemos carecer de él, me refiero
a los hermanos, una persona que nace
y se cría entre sus orígenes, jamás se hará la pregunta sobre ¿Cuántos
hermanos/as tengo?, porque la respuesta la tiene presente constantemente,
incluso en el caso de que algún hermano haya fallecido antes de su nacimiento y
no le haya conocido, más tarde o más temprano lo sabrá, y podrá preguntar todo
lo que quiera o necesite sobre ese hermano, incluso en los casos de familias
reconstituidas, de hermanos sólo de
padre o sólo de madre, la información suele estar ahí presente o accesible.
Por el
contrario en el caso de las personas que hemos sido adoptadas solemos
preguntarnos ¿Cuántos hermanos/as puedo
tener? y habitualmente no tenemos respuesta, y puede ser una cuestión que
llegue a inquietar bastante, hasta
el punto de influir
irremediablemente en el modo de relacionarnos con el sexo contrario por un miedo subyacente y a veces inconsciente
de enamorarnos de nuestro propio hermano/a. Esta falta de información es
contradictoria con la prohibición legal de contraer matrimonio ente hermanos,
porque si no sabes de quien somos hermanos, difícilmente podemos cumplir con la
prohibición.
Este último
planteamiento lo he destacado para incluirlo como otra más de las razones que contribuyen a que el conocimiento de
los orígenes por parte de las personas adoptadas sea considerada realmente una
necesidad, porque como podemos ver, partiendo de la definición, enunciada de
forma negativa, de una necesidad, la
ausencia o carencia del conocimiento de nuestros orígenes puede poner en riesgo
o comprometer nuestro desarrollo personal, intelectual, afectivo, familiar,
social, profesional, etc... .
Por último
quiero añadir una reflexión sobre lo
perjudicial que puede resultar el no saber nada sobre los orígenes para
cualquier persona, pero muy especialmente para las personas que han sido
adoptadas. Es una situación común a cualquier ser humano el sufrir de angustia
o ansiedad, ante el desconocimiento de lo futuro, a todos nos inquieta no saber
que va a pasar más adelante en cualquier situación, y más cuando se espera algo
en particular, por ejemplo, la nota de un examen, el resultado de unos
análisis, la respuesta a una solicitud de empleo, el cobro de una deuda, la
sentencia en un juicio, etc…situaciones que todos pasamos más tarde o más
temprano en nuestras vidas, y que si recordamos nos hacen sentir como digo
ansiosos o angustiados. Pues bien, si todos somos capaces de identificar ese
malestar, ese sufrimiento por no conocer el futuro, por favor, hagamos el
esfuerzo de ponernos en la situación de las personas que hemos sido adoptadas y
desconocemos nuestro pasado.
Es muy común
escuchar entre las personas adoptadas, que necesitan saber, que quieren saber,
que prefieren saber su pasado por duro que pueda ser antes que no saber nada,
porque el no saber es una de las situaciones más inquietantes y angustiantes
posibles, si además de no saber contamos con mentiras o con fantasías el riesgo
para nuestra persona y nuestra personalidad es aún mayor.
Habrá quien,
en oposición a este planteamiento del conocimiento de los orígenes como una
necesidad y de esta reflexión a cerca de lo perjudicial del desconocimiento del
pasado, afirme que sea mejor no saber nada, que para encontrar cosas
desagradables, mejor no buscar. Quien así habla lo hace desde una situación de
prejuicio y de falta de empatía, dando por hecho que todas las personas que
hemos sido adoptadas tenemos nuestros orígenes en algún hecho reprochable
imputable a nuestra familia de origen y sin tener en cuenta las posibles
circunstancias que hicieron posible nuestra adoptabilidad, tanto las
conscientes como las inconscientes, tanto las legales como las delictivas.
Sobre este
asunto yo suelo concluir diciendo que vale más
cualquier verdad, por dura que sea, que cualquier mentira o cualquier fantasía,
que si la realidad de nuestros orígenes es muy dura, es probable que
necesitemos ayuda para poder asumirlos aceptarlos e incorporarlos de forma
natural a nuestra vida, que por mucho que puedan doler son parte de nosotros,
que por el contrario seguramente nos dolerá más saber que nos han mentido o
vivir en una fantasía ya sea agria o dulce."
Y ya para concluir, no quiero añadir nada más sólo "espero que mis palabras desordenen tu conciencia" (Celtas Cortos - "20 de abril del noventa") y por su puesto desear a todo el mundo una feliz Navidad y Próspero Año Nuevo con la felicitación que mi socia y yo hemos encargado y que nos ha preparado la diseñadora de WOO que conocimos durante el Programa Comienza de la UNED que cursamos este año que ahora termina
¡Hasta el año que viene!
Me ha gustado muchísimo esta entrada. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Yo, aparte de ser madre adoptiva y comprender perfectamente la búsqueda de esos orígenes tengo una amiga adoptada en los años 70 en España. Nos hicimos amigas en la Universidad, fue una adopción nacional como las de aquellos años, una madre soltera que dio a luz en un convento para que nadie se enterara y la dieron en adopción a los padres de mi amiga.
ResponderEliminarMi amiga la encontró, yo seguí toda aquella búsqueda con ella. La madre dio su número de teléfono a un familiar cercano a mi amiga. Ella lo pensó mucho. Le daba miedo pero quería saber. Decía que solo quería ver si se parecía a ella, que le explicara por qué.
Cuando se armó de valor y la llamó su madre biológica le dijo que no quería saber nada de ella, que tenía otra familia que no sabía que tuvo una hija tan joven y menos que la dio en adopción. Su hermana biológica le atendió la llamada, que irónicamente se llamaba como ella... Mi amiga le insistió en que no quería nada de ella, solo conocerla. Que ella ya tenía unos padres maravillosos y que había sido muy feliz. Pero su madre biológica le dijo que no quería verla y que no volviera a llamar.
Mi amiga rompió el papel donde tenía apuntado el número para no tener tentación de volver a llamarla.
Años después, una vez nosotros adoptamos a nuestra hija en China (por aquellos tiempos universitarios ni me imaginaba que yo me convertiría en madre adoptiva) nos reunimos en su casa para comer.
Hablamos mucho, fue muy interesante y constructivo para las dos porque ahora aparte de amigas éramos una madre adoptiva frente a una hija adoptada. Súper enriquecedor.
Pero una cosa que me dejó muy clara fue que ese vacío que lleva dentro por no saber la acompañará toda la vida. También me contó que pasó el embarazo más horroroso de su vida al no saber nada de sus antecedentes genéticos, pues le preguntaban siempre sobre enfermedades hereditarias, síndrome de Down en la familia etc. Y ella solo podía decir no sé, no sé.
Pero me dejó muy claro que ella tiene un vacío muy grande por no saber y por haberse sentido abandonada dos veces. Que el primero lo puede entender pero el segundo no tiene perdón...
Acabo de leer un libro: "El precio de la verdad". De una chica adoptada en China que busca sus orígenes y lo que se encuentra pues es realmente crudo y se te queda muy mal cuerpo la verdad. Pero como tú dices es preferible una verdad que duela a una mentira.
Me ha encantado tu entrada.
Buenisima entrada !!!!! felicidades
ResponderEliminarMuy interesante el tema y tu exposición, Beatriz, gracias! precisamente de esto quiero que verse mi proyecto de master de mediación, la búsqueda de orígenes en adopciones internacionales... coincido contigo en que es una necesidad legal que podamos tener acceso a esos orígenes nuestros, algunos somos ya causa perdida porque las monjas de nuestros conventos son cajas cerradas a prueba de bomba, pero seguimos insistiendo... otra cosa es que todos los adoptados tengamos esa necesidad de saber, tú crees que es así? porque en eso estoy, todos esos niños que han sido adoptados en el boom de los años dos mil en adelante en diferentes países, y que ahora están en la adolescencia, se van a despertar a los 18 años y van a salir a buscar sus orígenes -o a los 25-? porque justamente el otro día me contaba una directora de una ECAI que ella piensa que esos niños han crecido con la verdad de su adopción por delante y que por tanto no tienen tanta necesidad de saber como nosotros -los adoptados en los 60-70-80- porque no lo han vivido ni como un tabú ni como un secreto en sus vidas sino con normalidad, y que por eso cree que tienen menos necesidad de ir hacia atrás que nosotros... yo salí sorprendida de la cita con ella porque no pensé que esto dependiera de cómo lo hayas vivido sino de la necesidad intrínseca al ser humano de saber sobre sí mismo, de su origen, de los porqués como tú muy bien dices...
ResponderEliminarme identifico con la chica que dice que quería ver el rostro de su madre y saber porqué, nada más, porque a mí me pasa lo mismo... fíjate que ahora que le he contado a mi hijo pequeño de 6 años que soy adoptada el otro día me dijo que espera que un día pueda saber quién es mi mamá, yo le dije que mi mamá es la abuela que él conoció, que la otra tan sólo me parió, y él me dijo muy convencido que mi mamá es la que me llevó en la barriga, le expliqué que mi mamá es la que me cuidaba cada noche y cada día de mi vida mientras crecí y desde mi primer segundo de vida, pero le seguía pareciendo que había que saber quién era la otra... otra cosa es que creo que no hay que obsesionarse ni vivirlo con angustia, más que nada porque hay que contar con que puede que nunca sepamos quién fue, puede que nunca la veamos ni sepamos de ella, ni sepamos de hermanos sí o no, y eso hay que saber gestionarlo, saber que puede que nunca pase y vivir con ello, a mí también me impresionó la primera vez que dije a un médico que no sabía de antecedentes porque era adoptada, y especialmente a la ginecóloga cuando mi primer embarazo, pero tampoco lo viví con más angustia que otra primeriza que se plantea todos los males que pueden venirle al feto, no me planteé que por ser adoptada tuviera más riesgos ni mucho menos... sí que me salió la fantasía de 'y si me sale un niño mulato qué?' porque quién sabe quién fue mi padre, pero me lo tomaba a risa más bien... y luego, dado que en mi familia adoptiva hay muchos casos de cánceres, más bien casi es una liberación no llevar la misma sangre... en cuanto a querer saber a toda costa, yo soy de las que piensa que si me encontrara una historia de origen muy sòrdida quizá es mejor no saberla... no sé, si me dijeran que mi madre está esperando en el bar de enfrente bajaría corriendo a verla sin pensar en las consecuencias ni un segundo, pero igualmente si lo pienso en frío no sé si es una gran idea conocer un pasado sórdido, una cosa es fantasear con que fue un pasado sórdido y otra saberlo de verdad... y para concluir, creo que cualquier búsqueda de este tipo la tienes que hacer bien preparada y con mediación de por medio, en el caso de esta chica que comenta de su amiga que llamó a su madre bio y ella se apartó de ella y no quiso saber nada, quizá si el acercamiento hubiera sido menos brusco, con un mediador experto de por medio, poco a poco, preparando a la mujer, hablando con ella de otro modo, quizá los resultados hubieran sido más positivos, es comprensible que la mujer se asustara, tuviera miedo a para qué la buscaba su hija, miedo a confrontarla, a tener que darle explicaciones, a escuchar sus reproches... imagínate que a su siguiente hija la llamó igual, no soy psicóloga pero es como si tratara de sustituirla, no? de borrarla del mapa como si nunca existió... estoy segura de que esa madre no la ha olvidado, como estoy segura de que la mía a mí tampoco, pero de ahí a atreverse a ponerse delante nuestro, va un trecho, eso necesita preparación y buena letra antes de producirse, y aún así puede fracasar... pero sin preparación es casi seguro que fracase porque las expectativas de uno y otro son muy diferentes... a mí por ejemplo si me saliera ahora una madre bio que me necesitara mucho creo que me daría un mal, porque yo madre ya tuve, yo sólo quiero un rostro y una historia, pero no otra madre, y he leído que por esa diferencia de expectativas y por no haberse trabajado antes, fracasan muchos de estos encuentros... tanto y tanto que decir al respecto... gracias por este espacio Bea!
ResponderEliminarComo siempre, es un placer leerte. Me quedo con la frase "La verdad duele pero la incertidumbre mata", es lo que me pasó pero lo mejor es saber y tener derecho a ello. es un DERECHO que tenemos los adoptados.
ResponderEliminarUn beso fuerte.:)